Plan
International alerta que la cifra anual de niñas que son sometidas a MGF aumentará
a 4,6 millones en 2030
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Al menos 200 millones de niñas y mujeres en el
mundo han sido sometidas a mutilación genital femenina (MGF), una grave
violación de los derechos humanos. En España, alrededor de 17.000 niñas corren el riesgo de sufrirla.
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Sierra Leona ha sido el último país el
prohibir esta práctica en 2019. Con cerca de un 90% de niñas y mujeres mutiladas
genitalmente, este país tiene una de las mayores tasas de MGF en África.
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Con motivo del Día Internacional de Tolerancia
Cero con la MGF, Plan International solicita a los gobiernos que pongan en
marcha medidas efectivas que prohíban esta problemática global que todavía
afecta a millones de niñas.
Al menos 200 millones de niñas y mujeres
han sufrido mutilación genital femenina (MGF)
a día de hoy en los 29 países en los que esta práctica es endémica. Aunque se
ha producido un descenso general en la prevalencia, el número de niñas que han
sufrido MGF está aumentando debido al crecimiento de la población. Las cifras
proyectan que las estimaciones actuales de 3,9 millones de niñas mutiladas cada
año aumentarán a 4,6 millones para 2030.
De mantenerse las tendencias actuales, más
de 40 millones de niñas y adolescentes de entre 15 y 19 años serán sometidas a
la práctica hasta 2030.
“La MGF
es hoy un problema global que vulnera los derechos de las niñas y las jóvenes: en España, aunque está prohibida por ley, hay
alrededor de 17.000 niñas que podrían estar en riesgo de sufrirla. Para cumplir con los ODS para
2030, es necesario un enfoque integral, que incluya sensibilización, educación,
medidas legislativas y protección infantil”, subraya Concha López, directora
general de Plan International.
Con motivo
de la conmemoración del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación
Genital Femenina el 6 de febrero, la ONG Plan International hace un llamamiento
para poner fin a esta grave violación de
los derechos humanos con carácter urgente para evitar que los millones de
niñas y jóvenes que todavía corren el riesgo de ser mutiladas en los próximos
diez años no sean obligadas a someterse a esta práctica.
Consecuencias
de la MGF
La MGF puede tener consecuencias
físicas como hemorragias, problemas urinarios y, a largo plazo, cistitis,
infecciones, infertilidad, complicaciones en el parto y aumento el riesgo de
mortalidad de la madre y el bebé, así como efectos psicológicos duraderos en
las niñas y mujeres que pueden conducir a problemas de salud mental y
disfunción sexual.
Debido a que la MGF es una forma de
violencia de género, debe abordarse
teniendo en cuenta las causas fundamentales de la desigualdad de género, así
como otras prácticas perjudiciales asociadas a ésta, como los matrimonios tempranos
forzados o los embarazos precoces.
“La mayoría de las niñas no van a la escuela
y, las que sí lo hacen, es difícil que terminen su educación. Se quedan
embarazadas o se ven obligadas a contraer matrimonio a una edad temprana
Sierra
Leona ha sido el último país el prohibir “con efecto inmediato” la mutilación
genital femenina. Según datos de Naciones Unidas, con cerca de un 90% de niñas y mujeres
que han sido sometidas a esta práctica, este país tiene una de las mayores
tasas de MGF en África, siendo uno de los pocos países del continente en el que
aún era legal.
Trabajo comunitario y nuevos ritos de iniciación
En Sierra Leona, al igual que en otros
países, la MGF es una tradición muy arraigada, considerada necesaria, ya que forma parte de un rito de iniciación de las
niñas en la edad adulta, asentado en creencias acerca de la pureza de las
niñas, el control de su sexualidad, el honor de las familias y su preparación
para el matrimonio. Estas creencias se derivan de roles y estereotipos
de género y privan a las niñas y mujeres de su derecho a decidir.
Por este motivo, las leyes no son
suficientes para acabar con esta práctica, y es necesario un trabajo a nivel
comunitario que permita cambiar las normas sociales y culturales discriminatorias.
Plan
International ha puesto en marcha diversos programas en comunidades de países
africanos para informar a las mujeres de la ausencia de obligación civil o religiosa de someterse a la
mutilación genital femenina, así como de las consecuencias tanto físicas
como psicológicas que ésta conlleva. La organización también promueve el
compromiso de líderes religiosos y políticos para trabajar con los gobiernos y
conseguir el fin de esta práctica.
Plan International también trabaja
para implicar a las niñas y los niños, las mujeres y hombres, los profesores y
profesoras, el personal sanitario y los líderes tradicionales y religiosos para
que entiendan las graves consecuencias de la práctica y se conviertan en
agentes activos de cambio, promoviendo nuevos
ritos de iniciación que mantienen el componente de transmisión de
tradiciones, pero eliminan la mutilación genital, por lo que no son
perjudiciales para la salud y la vida de las niñas.
En los países donde hay datos
disponibles (los países del África subsahariana donde se practica la MGF), una
media del 67% de las niñas y mujeres de
15 a 49 años piensan que la práctica de la MGF debe terminar, y el 63% de
los niños y los hombres están de acuerdo.
Para
más información y entrevistas:
Julia López Duque
Gerente de Comunicación
Tel: (+34)
608 905 763
Ainhoa Gómez Iribarren
Técnica de Comunicación
Tel: (+34) 655 02 16
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Sobre Plan International:
Plan International es una organización independiente
comprometida con los derechos de la infancia y la igualdad de las niñas y que
lucha por un mundo sin roles de género tradicionales donde puedan aprender,
liderar, decidir y prosperar. Plan International nació en España en
1937. A lo largo de sus casi 80 años de historia, ha construido sólidas
alianzas para apoyar los derechos de los niños y niñas desde su nacimiento
hasta que alcanzan la edad adulta.
En la actualidad, está presente en 70 países y lleva
a cabo programas en más de 50 países en desarrollo en África, América Latina
y Asia. Es miembro consultivo del Consejo Económico y Social de las Naciones
Unidas desde 1981. Sus cuentas son auditadas por PwC y el cumplimiento de los
principios de transparencia y buena gestión está acreditado por la Fundación
Lealtad.
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